domingo, 13 de septiembre de 2009

La sonrisa que pierdas

En la noche es dónde antiguamente nacieron las leyendas más oscuras y más tristes que hoy en día aún perduran en el tiempo. Una de ella, de la cual posteriormente derivaría como elemento representativo la máscara, era la de disfrazar el alma, ocultar pensamientos y sentimientos en otra fachada que no era la nuestra, mentir. Pero es un cuchillo de doble filo, un arma que puede convertirse en mortal, asesina de uno mismo. Y es cierto que para ocultar, para mentir, se convierte uno en todo un actor, muy a pesar nuestro, pues algunas mentiras nacen y crecen en nosotros mismos sin mandarlas a llamar. Crece un guión no siempre planificado, pues muchos detalles van saliendo al paso, van creciendo conforme crece también el engaño en sí. Y esto puede llegar hasta el punto de fundirse en el papel que uno desarrolla. Creerte la mentira. Perderte entre las ramas e interpretar el engaño como verdad. Morir en el vicio.
Alguien dijo alguna vez "Miénteme a mi, pero recuerda tú la verdad."
Porque llega el momento de esa verdad, y sale a flote. A veces viene sigilosamente, otras veces viene de golpe ¡Splash! y te tortea. Y todo el trabajo que le ha costado a esa mentira crearse, creerse, crecerse, todo ese tiempo es perdido, porque la verdad ataca, y siempre gana la partida. Y pierdes tú, y es mejor así.
¿Porque? Pues porqué ¿De qué sirve el engaño? Si con una verdad a tiempo, y su consecuente y consiguiente lamento, pena y sufrimiento de un tiempo limitado se evitará el llanto y el dolor de una eternidad. Todo final duele, y el final de una mentira más, porque había conseguido construirse un fuerte a su antojo, con sus torres de vigilancia, sus turnos de guardia, su depósito de armas, etc... porque todo se derrumba.
Y vivirás más tranquila en la inmensidad de la verdad, la paz de disfrutar lo que vives cada día, cada momento de tu existencia. Y volverás a sonreír, y volver a sentir que sonríes. Y como bien me dices siempre, necesitas de mis sonrisas y alegría pero no te imaginas cuánto necesito yo de las tuyas.

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